HIGIENE Y CUIDADO DEL CUERPO La
salud y la educación son las encargadas de fortalecer y promover factores
protectores de salud entre ellos la higiene
y los hábitos saludables,
desde un enfoque de calidad de vida, derechos y participación.
La
higiene personal y del entorno va mucho más allá de las meras prácticas de
aseo. Es uno de los componentes fundamentales de un estilo de vida saludable y se encuentra
relacionada con otros temas como la alimentación, el ejercicio físico y la
salud mental.
En
consecuencia, el aprendizaje de hábitos de higiene y cuidados personales
cumplen funciones importantes en la formación integral de las personas:
•
Mejorar la salud y el bienestar
del individuo y la comunidad.
•
Prevenir la aparición y
desarrollo de enfermedades.
•
Facilitar las relaciones
interpersonales.
•
Contribuir a la formación de una
imagen positiva de sí mismos.
Una Vida saludable: Tiene factores determinantes
como:
1.
Llevar una alimentación
equilibrada.
2.
Mantener hábitos higiénicos
adecuados.
3.
Disfrutar del tiempo libre.
4.
Prevenir accidentes.
5.
Ejercitar la mente.
6.
Realizar deporte o actividad
física.
7.
Tener una mejor calidad de vida y
bienestar.
Higiene
Personal
La
higiene personal tiene por objeto situar a la persona en las mejores
condiciones de salud frente a los riesgos del ambiente y del propio ser
humano. Tener una buena higiene personal depende de uno mismo. La autoestima
juega un papel fundamental frente a este aspecto, pues quien se aprecia y
valora se esfuerza por verse y mantenerse bien.
HÁBITOS
DE HIGIENE
Una buena higiene sólo se
logra si las personas aprenden a tener hábitos que beneficien su salud y
otorguen bienestar. La falta de hábitos higiénicos adecuados por parte de las
personas se convierte en un problema grave, no sólo por lo desagradable de una
mala apariencia o de los malos olores, sino por el potencial peligro de
transmisión de virus y gérmenes a otras personas y contagio de enfermedades.
Cómo
adquirir hábitos de higiene:
•
Regularidad en el tiempo: La
práctica diaria da las pautas de higiene en el transcurso del
tiempo generan hábitos que contribuyen y colaboran con el bienestar físico y
psíquico del organismo.
•
Ambiente apropiado: Debe existir
un entorno propicio tanto en el hogar como en los diferentes lugares que
se frecuente. Los elementos de higiene deben estar al alcance de todos (agua,
lavabos, jabón, papel, toallas, etc.).
Nutrición en la edad adulta
En España, al igual que ocurre
en otros países desarrollados, el número de personas en edad adulta y avanzada
se está incrementado de forma paulatina, gracias en parte a los logros
alcanzados en diferentes áreas de conocimiento. Entre ellas, la alimentación
ocupa indudablemente un lugar destacado, ya que a través del conocimiento de
las virtudes preventivas de los alimentos, se puede conseguir una buena salud y
prolongar en consecuencia, la vida y el bienestar del individuo. Para ello,
además de conocer cuáles son las propiedades saludables de los alimentos, el
consumidor debe implicarse para alcanzar ese bienestar, aportando al consumo
alimentario un carácter de autocontrol.
El progresivo envejecimiento de
la población apunta a que dentro de la Unión Europea (UE), el número de
personas de más de 80 años se incrementará un 30% en los próximos 50 años y que
en el año 2030, cerca del 30% de la población superará los 60 años, con el
correspondiente incremento de las disfunciones fisiológicas, cognitivas y un
mayor riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la alimentación como la
diabetes, obesidad, hipertensión, osteoporosis, cáncer y diferentes
enfermedades degenerativas. Habitualmente, la dieta y ausencia de actividad
física o sedentarismo, son algunos de los factores que se encuentran
directamente implicados en el origen de estas patologías, relacionadas también
con la susceptibilidad -predisposición genética- de cada individuo, y su
entorno social, cultural y económico.
Ejercicio
En la lucha por el control del peso y la buena salud general, se
da mucha importancia al tipo y cantidad de alimentos y bebidas que se consumen.
Se ha prestado menos atención a la cantidad de energía que gastaríamos si
fuéramos físicamente activos. Pero ambos aspectos están estrechamente ligados.
A diferencia de nuestros ancestros, ya no necesitamos emplear demasiada
cantidad de energía para encontrar alimentos. Debido a los avances
tecnológicos, al transporte motorizado, la automatización y la maquinaria que
ahorra trabajo, la mayoría de la gente tiene menos oportunidades de gastar
energía. Se ha demostrado que aproximadamente el 70% de la población en los
países occidentales no es lo suficientemente activa como para poder gozar de
una buena salud y mantener el peso.
La actividad física se refiere a la totalidad de la energía que
se gasta al moverse. Las mejores actividades físicas son las actividades
cotidianas, en las que hay que mover el cuerpo, como andar, montar en
bicicleta, subir escaleras, hacer las tareas del hogar, ir a la compra, y la
mayoría de ellas forman parte inherente de nuestra rutina. Por el contrario, el
ejercicio es un esfuerzo planificado e intencionado, al menos en parte, para
mejorar la forma física y la salud. Puede incluir actividades como andar a paso
ligero, la bicicleta, el aeróbic y quizás algunas aficiones activas como la
jardinería y los deportes competitivos.
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