Al
centrar nuestra #vida en #principios correctos, creamos una base sólida para el
desarrollo de todos los aspectos de la vida.
Nuestra
seguridad proviene de saber que, a diferencia de otros centros basados en
personas o cosas sujetas a cambios frecuentes e inmediatos, los principios
correctos no cambian. Podemos depender de ellos.
Los
principios no reaccionan ante nada. No enloquecen ni empiezan a tratarnos de
otro modo. No se divorcian de nosotros ni se van con nuestros mejores amigos.
No están ansiosos por conquistarnos. No pueden pavimentar nuestro camino con
parches y remiendos rápidos. Su validez no depende de la conducta de otros, ni
del ambiente ni de la moda del día. Los principios no mueren. No están un día
aquí para irse al día siguiente. Están a salvo de incendios, terremotos, robos.
Los
principios son verdades profundas, fundamentales, verdades clásicas,
denominadores comunes. Son hebras estrechamente entretejidas que atraviesan con
exactitud, consistencia, belleza y fuerza la trama de la vida.
Nuestro conocimiento y comprensión de los principios
correctos están limitados por nuestra propia falta de conciencia respecto de
nuestra verdadera naturaleza y del mundo que nos rodea, y por el diluvio de
filosofías y teorías tendenciosas que no guardan armonía con los principios
correctos. Somos limitados, pero podemos hacer retroceder los límites. La
comprensión del principio de
nuestro propio desarrollo nos permite escoger principios correctos con la
confianza de que, cuanto más aprendamos, con mayor claridad podremos enfocar la óptica a través de la
cual vemos el mundo. Los principios no cambian; la comprensión que tenemos de
ellos, sí.
Cuanto más sabemos de los principios correctos, mayor
es nuestra libertad personal para actuar con sabiduría.
Consulta
tanatológica 998 260
15 61
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