La #Soledad
Una vinculación afectiva
deficiente está correlacionada con la soledad. Para comprender cómo aparece el
sentimiento de soledad se debe retroceder hasta la temprana infancia e indagar
el vínculo establecido y la influencia del mismo en el funcionamiento
psicológico posterior.
El bienestar psicológico
se manifiesta en la
autorrealización, madurez y como criterio de salud mental.
La autonomía, la relación
positiva con otras personas, autoaceptación, dominio del ambiente, propósito de
vida y crecimiento emocional son considerados factores influyentes en el
funcionamiento psicológico.
La soledad cuando es percibida como oportunidad para
reflexionar, para comunicarse con Dios o con uno mismo, es un medio para
fortalecer el carácter individual mediante la inversión de un tiempo en
aislamiento.
Por otra parte, el lado
negativo de la soledad es cuando se percibe como aversiva, estresante y
displacentera asociada con la
carencia de intimidad interpersonal, cuando la red de relaciones sociales de
una persona es deficiente en algún sentido importante, ya sea en cantidad y
forma. Todo esto tendrá influencia importante en el cómo se establecen las
relaciones interpersonales, ya sea a través de conductas que favorezcan el
vínculo, o aquellas que lo dificulten.
En el curso natural del
crecimiento en la infancia se experimenta la dolorosa angustia por la
separación de las figuras parentales.
Como niños, el adentrar en
un medio donde se desea obtener aceptación y la amistad de los compañeros,
ingresar en la escuela, o incluso cambiar de residencia, pueden ir acompañados
con sentimientos de soledad y pérdida. La experiencia del primer amor, ingresar
en el ámbito laboral y el matrimonio van igualmente de la mano con el
sentimiento de soledad.
Para muchos el sentimiento
de aislamiento y soledad persiste a través de los años. La persona en soledad
experimenta sentimientos infantiles de omnipotencia, es egocéntrica y prefiere
hacerse notar ante los demás en vez de ayudar a otros. El niño aprende lo que
es ser amado y admirado, y a sentirse pequeño y débil esperando que otros
satisfagan sus necesidades. Es aquí donde puede desarrollarse una orientación
narcisista como el núcleo de la hostilidad, el odio y una impotente agresión de
la persona que experimenta la soledad, por lo que se concibe como una
experiencia excesivamente displacentera, e incluso patológica.
Existe la soledad como
sensación interna de estar solo sean cuales fueran las circunstancias externas,
de sentirse solo incluso cuando se está rodeado de amigos o se recibe afecto.
Este tipo de soledad proviene de ansiedades paranoides y depresivas, derivadas
de las ansiedades psicóticas del bebé.
Cuando se desea comunicar
pensamientos y sentimientos a alguien con quien se congenia y no se es
escuchado, subsiste el anhelo insatisfecho de una comprensión sin palabras,
situación similar a la primitiva relación que se tenía con la madre. Dicho
anhelo contribuye al sentimiento de soledad y deriva de la vivencia depresiva
de haber sufrido una pérdida irreparable. Otros aspectos como el no aceptar y
comprender las propias emociones, fantasías y ansiedades, miedo a la muerte, el
dolor que acompaña a los procesos de integración que conlleva enfrentarse a los
propios impulsos destructivos y a las partes odiadas de uno mismo y la pérdida
de la idealización, están relacionados con la presencia del sentimiento de
soledad. La soledad también ha sido descrita como manifestación de inadaptación
social.
Las personas que
manifiestan experimentar soledad reportan patologías psicológicas como la
depresión, ansiedad, ideación suicida, esquizofrenia, hostilidad, alcoholismo,
timidez, niveles deficientes de asertividad e introversión, autoconcepto
deteriorado (baja autoestima) y enfermedades psicosomáticas.
La soledad ha servido como
indicador de disfunción durante el desarrollo emocional, resultado de
deficiencia en el establecimiento de relaciones interpersonales, tanto en la
pareja, como en la red de apoyo social y en la amistad.
Queda claro que las
relaciones interpersonales son una necesidad del ser humano. Para lo que es
fundamental desarrollar el autoconocimiento para detectar nuestras necesidades, deseos,
expectativas y temores.
Las relaciones determinan
nuestra personalidad. Muchas características de nuestra personalidad son aprendidas
en las relaciones que hemos mantenido. Por lo tanto es posible el cambio.
En las relaciones
interpersonales influyen la personalidad, las funciones cognitivas y la vida
afectiva.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario